El regreso
Caminaba por la vereda una tarde de lluvia, sus pasos chapoteaban en los
charcos y mojaba sus pies con vehemencia. Pensaba en cada palabra que
escuchó al salir de la escuela, sintió un dolor profuso en su estómago.
Había comido una manzana y tomado la leche que daban en la escuela
para los niños de escasos recursos, sin embargo la mezcla era poco
recomendable, porque sentía que podía vomitar en cualquier momento.
Veía la gente pasar con rapidez junto a ella, pues la lluvia había llegado de
repente, no distinguía bien los rostros, ya que las gotas de lluvia
empapaban sus gafas.
En una esquina observó un hombre durmiendo a
los pies de una casa con la cara bañada en sangre, no quiso acercarse,
pero sintió una compasión y un miedo desmedido, apuró el paso,
Su cabello estaba empapado y comenzó a estornudar, quizás complicaría
más las cosas, lo sucedido esa mañana la colocaba tensa y el dolor de
estómago aumentaba a cada paso.
A las siete y media de la mañana había pasado su amiga Liliana a
buscarla, para ir al colegio.
Estela abrió la puerta y la invitó a sentarse, ya que estaba atrasada y
debía desayunar, ya que su madre era tan estricta que era capaz de
golpearla si no lo hacía.
Mientras conversaba con su amiga, sintió olor a quemado , ¡la leche!,
susurró.
Corrió a la cocina y la leche se había derramado sobre la estufa, Se sirvió
una taza de té con leche, y Liliana que conocía el carácter irascible de la
madre de su amiga corrió a la cocina a ayudar.
Estela limpia la estufa y yo me tomo la leche, dijo.
Estela limpiaba con rapidez, sus pequeñas manos estrujaban, y pasaban
el pañito por la cubierta de la estufa, hasta que estuvo limpia.
Liliana tomaba la leche con rápidez, de pronto se escuchó un grito,
¡Estela por qué no te has ido son un cuarto para las ocho!.
Estela botó el resto de leche en el lavaplatos y dejó la taza sobre la mesa,
Las niñas se miraron, observaron que no había huellas, Estela tomó su
mochila y corrieron a la Escuela, la cual estaban a punto de cerrar.
Su mañana estuvo marcada por la escena de la leche, e intentó olvidar el
episodio, sin embargo su hambre y un dolor de estómago por los nervios
la castigaban inclementes.
La profesora observó su estado de palidez y llamó a la niña para citar a
reunión a sus padres, tendría que hablar con ellos, ya que Estela
mostraba su nerviosismo a cada momento.
Se desesperó puesto que no había llevado una de las tareas que
acostumbraba a enviar la Maestra y pensaba que la reunión que tendría el
director con sus padres sería referente a eso.
De pronto un agudo dolor en su vientre, la hizo tropezar Cayó
junto a una casona enorme que habían destinado para jardín infantil,
observó de manera borrosa el árbol enorme que protegía el
establecimiento, las casas alrededor todas deterioradas por la lluvia,
... de pronto no vio más.
Un agudo olor a hospital la capturaba, sentía aún los dolores
incontenibles, de pronto una enfermera le preguntó con suavidad, ¿te
acuerdas qué sucedió?. Asintió sin dudas. ¿cómo te llamas? Estela
susurró y qué edad tienes 8 años.
Bien dijo la enfermera, creo que hay un problema aquí, llamen al médico
neurocirujano de turno por favor.
Sentía que la gente iba y venía con rapidez, definitivamente sentía una
extrañeza de todo. En la Escuela le habían dicho que debía traer a sus
padres para una reunión con el Director en la tarde y no
sabía qué hora era, si sus padres estaban allí, si alguien habría visto los
útiles de su bolso, tenía tarea de castellano, debía copiar un cuento y no
lo había hecho, estaba demasiado nerviosa.
El médico de turno llegó con rapidez, examinó sus ojos, su cuello, y
señaló que todo se veía normal.
Doctor susurró¿ mis padres están aquï?, si, asintió con una mirada
apacible. ¿Qué hora es?, bueno.. tu ahora tienes que descansar, pero son
las seis de la tarde.
Era demasiado tarde, sabía que en casa la reprenderían, de pronto levantó
su cabeza, la sala estaba sola y habían muchas camas, nadie estaba junto
a ella, miró sus pies estaban tan grandes, y estaba fajada completamente
desde los tobillos hasta su vientre, un dolor agudo la paralizó, no había
preguntado al médico que sucedía, quizás había sido operada de
apendicitis, pero no sentía sus piernas y recordaba muy poco de todo.
Intentó dormir pero los dolores no se lo permitían, de pronto dos
enfermeras la trasladaron hacia una camilla, y mientras conversaban la
miraron y le dijeron: el bebé lloró mucho, parece que no quería salir.
No entendió esta sentencia y sólo asintió con la cabeza, entró a una pieza
en la que había dos mujeres recostadas, una estaba embarazada, la otra
estaba sentada y apenas se movía.
Se extrañó de encontrarse con estas mujeres en su habitación.
¿ Cómo te fue Estela? Tuviste complicaciones parece.
No sé. Anunció,
Pero no hables, señaló la que estaba en cinta, esta operación es dolorosa
y si hablas tu estómago se llena de aire y aumentan los dolores.
Parecía que todos en ese hospital sabían que ocurría menos ella.
Aparecieron unas enfermeras entregando medicamentos, no te preocupes
Estela dijo una de ellas : Esta noche será muy dolorosa, pero mañana
podrás caminar.
Durmió esa noche con los medicamentos, pero despertó de madrugada
con esos dolores insoportables, tocó el timbre para ver a la enfermera y
ésta le trajo nuevas medicinas.
De pronto entró una mujer con dos cunitas pequeñas, venían unos bebés
demasiado pequeños.
Estela, dijo la enfermera vestida de blanco y rojo, hoy tendrás que
alimentar a tu hijo. Intenta sentarte y yo lo colocaré en tus brazos,.
Sus sensaciones en ese instante sobrepasaban todo lo que había sentido,
un ser indefenso y ella aún pensando en la tarea de ayer.
Observó sus grandes pechos llenos de dulce leche y una boca pequeña
que apenas podía mamar.
Tómate el agua que dejamos en tu velador para que baje la leche sin
dificultad y felicidades estás bien recuperada.
Sus lagrimas escapaban como manantiales y aún no recordaba los
hechos tal como habían ocurrido, sólo sentía esa necesidad de volver a
hacer su tarea de castellano.
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