Durante el noviazgo; al inicio de un matrimonio o de una comunidad se ama muchas veces una idea o un sueño.( eso parece que me identifica) En aquel tiempo no veíamos nuestras sombras, ya que todo estaba iluminado por el primer amor.
Pero después de haber vivido juntos durante años, despiertan a la realidad: se conocen mutuamente con sus debilidades y miserias.
Aparecen los defectos: defectos míos y defectos de los demás.
Y también aparecen, como parte de la vida, las manías, chifladuras y caprichos o lo que a mí me parecen tales.Carlos Vallés cuenta de una vez un joven que le pedía consejo sobre su matrimonio en peligro.
Le decía que la única solución que tenía era el divorcio.
Tenía que divorciarse de la mujer con quien se había casado, es decir, del sueño de mujer con que se había casado, de la imagen ideal de esposa perfecta que él mismo se había formado en su mente y había llevado de la mano al altar en pura fantasía romántica. Lo que ahora tenía que hacer era divorciarse del sueño y volverse a casar con su propia mujer, su mujer real. Ahora debemos amar al otro tal como es, ( complejo) no como nosotros lo habíamos imaginado. De lo contrario, surge el anhelo de que el tú se adapte a mis deseos de cambio. Incluso yo mismo intento cambiarlo. Y entonces el otro se cierra al no poder o querer hacerme caso. Y yo me siento ofendido y se lo hago saber. Me siento como sentado en un trono dispuesto a vigilar su conducta, a recibir sus disculpas o su adulación. Una forma primitiva de amor, tal como una manzana inmadura de gusto agrio.
Después vamos creciendo. Del amor idealizado hemos de pasar al amor real. Le permito al otro ser como es y lo acepto. Y entonces cambia la relación, hay más libertad, más respeto. Cuando estoy dispuesto a aguantar al otro, entonces he madurado. Ya no le hago entender que es una carga, que me causa dolor, que tendría que ser diferente, sino que lo acepto simplemente tal como es. Ese es el verdadero amor.
Después de los primeros años “nuestra vida consiste en gran parte en sostenernos y sobrellevarnos mutuamente”
De todos modos, la vida cotidiana nos muestra: Mientras vivamos en esta tierra, habrá discusiones y desavenencias. La obra maestra consiste en sobrellevarlas sin perder la unión de corazones. La obra maestra consiste en aprovechar las contrariedades, para crecer y unirnos más profundamente.
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