Alameda
Atravesar la alameda siempre ha sido una tortura, sobretodo si en algún momento de la vida te has caído en el momento de cruzarla.
Una torcedura alentó a un par de amigos que iban a mi lado a levantarme, pero mi sobrepeso y el dolor del pie lo impedían, fue un segundo eterno. Los micros aceleraban y de pronto el instinto de supervivencia me levantó e hizo correr con un pie hasta la vereda, con las manos temblorosas y los amigos envueltos en risa.
Bellavista
Andrea me invitó a Bellavista a carretear .
Al llegar un jocoso jóven nos acosaba con preguntas sobre nuestro parentesco, un par de groserias hacia su persona indignaron al jóven y como las dos usabamos anteojos no se le ocurrió nada mejor que quitar los míos y arrancar.
Indignada grité , y en un momento se devolvió con cara de pocos amigos, con una sonrisa grande le pedí que por favor no me agrediera y que devolviera el botín, ya que sin ellos no podía ver.
Se puso mis anteojos y al ver el aumento me los devolvió con un perdona linda.
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